Comentario
En que se concluye la relación de los más pueblos y señores subjetos a la ciudad de Popayán y lo que hay que decir hasta salir de sus términos
Tiene esta ciudad de Popayán muchos y muy anchos términos, los cuales están poblados de grandes pueblos, porque hacia la parte de oriente tiene (como dije) la provincia de Guambia, poblada de mucha gente, y otra provincia que se dice Guamza, y otro pueblo que se llama Maluasa, y Polindara y Palace, y Tembio y Colaza, y otros pueblos; sin éstos, hay muchos comarcanos a ellos, todos los cuales están bien poblados; y los indios desta tierra alcanzaban mucho oro de baja ley, de a siete quilates, y alguno a más y otro menos. También poseyeron oro fino, de que hacían joyas; pero en comparación de lo bajo fue poco. Son muy guerreros y tan carniceros y caribes como los de la provincia de Arma y Pozo y Antiocha; mas, como no hayan tenido estas naciones de por aquí entero conoscimiento de nuestro Dios verdadero Jesucristo, paresce que no se tiene tanta cuenta con sus costumbres y vida, no porque dejan de entender todo aquello que a ellos les paresce que les cuadra y les está bien, viviendo con cautelas, procurándose la muerte unos a otros con sus guerras, y con los españoles la tuvieron grande, sin querer estar por la paz que prometieron luego que por ellos fueron conquistados; antes llegó a tanta su dureza, que se dejaban morir por no subjetarse a ellos, creyendo que con la falta de mantenimiento dejarían la tierra; mas los españoles, por sustentar y salir a luz con su nueva población, pasaron muchas miserias y necesidades de hambres, según que adelante diré; y los naturales, con su propósito ya dicho, se perdieron y consumieron muchos millares dellos, comiéndose unos a otros los cuerpos y enviando las ánimas al infierno; y puesto que a los principios se tuvo algún cuidado de la conversión destos indios, no se les daba entera noticia de nuestra santa religión porque había pocos religiosos. En el tiempo presente hay mejor orden, así en el tratamiento de sus personas como en su conversión, porque su majestad, con gran fervor de cristiandad, manda que les prediquen la fe, y los señores de su muy alto Consejo de las Indias tienen mucho cuidado que se cumpla, y envían frailes doctos y de buena vida y costumbres, y mediante el favor de Dios se hace gran fruto. Hacia la Sierra Nevada o cordillera de los Andes están muchos valles poblados de los indios que ya tengo dicho; llámanse los coconucos, donde nasce el río grande ya pasado, y todos son de las costumbres que he puesto tener los de atrás, salvo que no usan el abominable pecado de comer la humana carne. Hay muchos volcanes o bocas de fuego por lo alto de la sierra; del uno sale agua caliente, de que hacen sal, y es cosa de ver y de oír del arte que se hace; lo cual tengo prometido de dar razón en esta obra de muchas fuentes de gran admiración que hay en estas provincias; acabando de decir lo tocante a la villa de Pasto lo trataré. También está junto a estos indios otro pueblo, que se llama Zotara, y más adelante, al mediodía, la provincia de Guanaca; y a la parte oriental está asimismo la muy porfiada provincia de los Páez, que tanto daño en los españoles ha hecho, la cual terná seis o siete mil indios de guerra. Son valientes, de muy grandes fuerzas, diestros en el pelear, de buenos cuerpos y muy limpios; tienen sus capitanes y superiores, a quienes obedescen; están poblados en grandes y muy ásperas sierras; en los valles que hacen tienen sus asientos, y por ellos corren muchos ríos y arroyos, en los cuales se cree que habrá buenas minas. Tienen para pelear lanzas gruesas de palma negra, tan largas que son de a veinte y cinco palmos y más cada una, y muchas tiraderas, grandes galgas, de las cuales se aprovechan a sus tiempos. Han muerto tantos y tan esforzados y valientes españoles, así capitanes como soldados, que pone muy gran lástima y no poco espanto ver que estos indios, siendo tan pocos, hayan hecho tanto mal; aunque no ha sido esto sin culpa grande de los muertos, por tenerse ellos en tanto que pensaban no ser parte estas gentes a las hacer mal, y permitió Dios que ellos muriesen y los indios quedasen victoriosos; y así lo estuvieron hasta que el adelantado don Sebastián de Belalcázar, con gran daño dellos y destruición de sus tierras y comidas, los atrajo a la paz, como relataré en la cuarta parte, de las guerras civiles. Hacia el oriente está la provincia de Guachicone, muy poblada; más adelante hay muchos pueblos y provincias; por estotra parte el sur está el pueblo de Cochesquio y la lagunilla y el pueblo que llaman de las Barrancas, donde está un pequeño río que tiene este nombre; más adelante está otro pueblo de indios y un río que se dice las Juntas, y adelante está otro que llaman de los Capitanes, y la gran provincia de los Masteles, y la población de Patia, que se extiende por un hermoso valle, donde pasa un río que se hace de los arroyos y ríos que nascen en los más destos pueblos, el cual lleva su corriente a la mar del Sur. Todas sus vegas y campañas fueron primero muy pobladas; hanse retirado los naturales que han quedado de las guerras a las sierras y altos de arriba. Hacia el poniente está la provincia de Bamba y otros poblados, los cuales contratan unos con otros; y sin éstos, hay otros pueblos poblados de muchos indios, donde se ha fundado una villa, y llaman a aquellos provincias de Chapancita. Todas estas naciones están pobladas en tierras fértiles y abundantes y poseen gran cantidad de oro bajo de poca ley, que a tenerla entera no les pesara a los vecinos de Popayán. En algunas partes se les han visto ídolos, aunque templo ni casa de adoración no sabemos que la tengan; hablan con el demonio, y por su consejo hacen muchas cosas conforme al que se las manda; no tienen conoscimiento de la inmortalidad del ánima enteramente; mas creen que sus mayores tornan a vivir, y algunos tienen (según a mí me informaron) que las ánimas de los que mueren entran en los cuerpos de los que nascen; a los difuntos les hacen grandes y hondas sepulturas, y entierran a los señores con algunas sus mujeres y hacienda, y con mucho mantenimiento y de su vino; en algunas partes los queman hasta los convertir en ceniza, y en otras no más de hasta quedar el cuerpo seco. En estas provincias hay en las mismas comidas y frutas que tienen los demás que quedan atrás, salvo que no hay de las palmas de los pixivaes; mas cogen gran cantidad de papas, que son como turmas de tierra; andan desnudos y descalzos, sin traer más que algunas pequeñas mantas, y enjaezados con sus joyas de oro. Las mujeres andan cubiertas con otras pequeñas mantas de algodón, y traen sus cuellos collares de unas moxquitas de fino oro y de bajo, muy galanas y vistosas. En la orden que tienen en los casamientos no trato, porque es cosa de niñería; y así otras cosas dejo de decir por ser de poca calidad; algunos son grandes agoreros y hechiceros. Asimismo sabemos que hay muchas hierbas provechosas y dañosas en aquellas partes; todos los más comían carne humana. Fue la provincia comarcana a esta ciudad la más poblada que hubo en la mayor parte del Perú, y si fuera señoreada y subjetada por los ingas, fuera la mejor y más rica, a lo que todos creen.